martes, 11 de enero de 2011

Croquetas caseras de mi Madre

Si hay algo que nos ata definitivamente a nuestras madres y a nuestras abuelas, creo que son las croquetas, pero aquellas caseras de toda la vida y no esos rectangulitos perfectos e iguales que nos venden congelados y precocinados,  con pseudo sabor a pollo, jamón o vete a saber que y que muchas veces, se descomponen en la sartén arrojando su contenido al aceite y dejando la cápsula tostada y flotando encharcada en el verde líquido.

Las croquetas de mi madre eran de lujo y podía hacer 12, 24 o 36 con la facilidad de toda una experta, movía sus deditos dandole vueltas a la masa aplastando los bordes y obteniendo una gran cantidad en menos de lo que yo tardaba en comérmelas ...

2 Cucharadas de mantequilla
3 Cucharadas de harina de repostería
1 Litro de leche
1 kilo de carne de cocido
1 Huevo
Pan rallado
Aceite de oliva
En una sartén antiadherente ponemos dos cucharadas de mantequilla, y tres de harina de repostería.
Llevamos al fuego y removemos hasta que empieza a tomar color dorado, apartamos del fuego y añadimos la leche templada, poco a poco amasando hasta conseguir una pasta homogénea y volvemos a llevar al fuego durante unos minutos removiendo sin parar. Pasar luego la pasa por un colador para eliminar los pequeños grumos. Cuando esté lista, añadimos la carne bien picaditas, removemos y dejamos enfriar.
Conviene hacer la masa de un día para otro, enfriándola en la nevera, así se manipula mucho mejor e incluso, una vez hechas y empanadas, deben dejarse unas horas en la nevera para que se frían mejor. 

Para el empanado, ya bien frías, se les da la forma con la ayuda de dos cucharas, se pasan por huevo batido, luego por pan rallado, se dejan reposar de nuevo un par de horas en la nevera,  y se fríen en abundante aceite de oliva bien caliente.

1 comentario:

Mª Ángeles Sánchez dijo...

Aún sin saber que era otro de tus blogs, maravillosos blogs, ya me estaba dando una señal. No sé por qué, pero tiene tu sello.
Y me encanta este tipo de blogs. Así, familiares, con encanto. El encanto de la nostalgia. El recordar esos sabores de tu madre y abuela es precioso. No se debe perder. Aquí quedará para siempre. Para tí, para mí, para tus amigos y familia, para tus niñas.
¿qué me va a parecer? Que me gusta muchísimo. Así es que, adelante, y suerte. Ya tienes la seguidora NUMBER ONE